top of page
  • Andrea García Cavazos

Las preguntas mal horneadas

Ahora que ya estoy de regreso, me he dispuesto a abrir el horno en el que dejé un par de preguntas cocinándose antes de irnos a Valladolid.


Para mi sorpresa, estos dos años de cocción no lograron convertir ni una sola de esas dudas en respuesta; es más, podría asegurar que encontré muchas más preguntas de las que había dejado preparándose hace 2 años.


¿En qué momento se generaron más? ¿Le habré sacado el jugo correspondiente al tiempo que “solo fue para mí”? ¿Habré tomado la cantidad suficiente de vino con nuestros amigos de allá? ¿Tendré las fotos necesarias? ¿Memoricé las recetas que más nos gustaron? ¿Cuántos de esos platillos replicaré aquí en México? ¿Habré tirado algunas creencias a la basura? ¿Se habrá llenado ese bote? ¿Me he vuelto malinchista? ¿Seré ya más nacionalista? ¿Podré donar recuerdos previos para que estos últimos 2 años vivan completamente nítidos en mí? ¿Cuántos kilómetros se le puede estirar a la memoria sin romperse? ¿Habrá alguna otra felicidad que tenga la valentía suficiente de ponerse al lado de esta que nos llenó los últimos 2 años? ¿Habrán sido estás mil y una letras las suficientes?


Mi teoría a esta multiplicación de preguntas es que, si bien todas las dudas tienen ingredientes distintos, seguro habrá una regla ortográfica que permite que haya respuestas acompañadas de signos de interrogación o quizá simplemente hay preguntas que se responden con otras preguntas.


Aunque, si lo que quiero es estirar el sabor de mis memorias, creo que lo más conveniente será quedarme con mis preguntas mal horneadas pues algo me dice que el secreto de un recuerdo perpetuo radica en la búsqueda constante de preguntas y no de respuestas porque, seamos honestos, las respuestas tienen una fecha de caducidad muy corta y lo que realmente las hace apetecibles son precisamente sus preguntas, en cambio, si una pregunta quiere ser eterna puede serlo, y si no, por lo menos puede ser... ¿más duradera?



155 visualizaciones2 comentarios
bottom of page